No me digas que no puedes vivir sin mi
No me digas que no puedes vivir sin mí.
No, por favor, no me hagas eso.
No me digas que no puedes vivir sin mí.
Creo que es la peor declaración de “amor” que puedes hacerme.
No me digas que no puedes vivir sin mí.
Le das la espalda al amor y le pones alfombra roja a la temida dependencia emocional.
No me digas que no puedes vivir sin mí.
Quiéreme mejor, de una forma sana.
No me digas que no puedes vivir sin mí.
Porque entonces seré yo la que tenga que cortar el lazo de la pendencia que nos habrá atado y que, cariño, acabará ahogándonos.
No me digas que no puedes vivir sin mí.
Dime que no quieres vivir sin mí.
Ahí todo habrá cambiado.
Significará que me eliges a mi entre todas las personas del mundo.
Que entre todas las chicas de pelo alborotado y sonrisa caótica te quedas conmigo.
Que después de todo, me quieres, me decides.
Que a pesar de los martes 13 y los días de pisar con el pie izquierdo sigues estando y que tienes pensado seguir haciéndolo.
No me digas que no puedes vivir sin mí, dime que eliges vivir conmigo.
Laura Illán Menárguez. 03/01/2019.